Visiones de un viaje sin destino ni final, rumbo Este tierra y mar, un mundo por conocer. Un buen día salí desde Madrid, y de momento sigo andando, hasta donde llegue...



viernes, 11 de marzo de 2016

III. Los últimos días de Pompeya


Todavía recuerdo la angustia que provocara en mi infancia aquella mini serie televisiva basada en la novela homónima. Siempre me pregunté por qué vivían bajo un volcán si éste podía entrar en erupción. Vanessa me hace la misma pregunta ahora desde el mirador del castillo y le respondo por defecto que querían vivir ahí... (?)

Pompeya, con el Vesuvio al fondo
La mañana ha cambiado la sensación de oscuridad y peligro que me transimitieron anoche las calles de Nápoles, y el desayuno en este hostal escondido en un edificio protegido por una Cancerbera de moño y escoba, y regentado por un matrimonio chino, neorrealismo de siglo XXI, me insiste con el Norte-Sur, Alemania-Brasil, de los compañeros con los que cenaré después.





Pero antes tengo que ir a Pompeya, siento casi la obligación y en el trayecto de nuevo en regional las papeleras y grafitis de las sucesivas estaciones me harán la misma pregunta que me asaltara en Atenas entonces, ¿de verdad éstos descienden de aquéllos? ¿Qué ha pasado entre medias para tamaño cambio? Unas horas después al contemplar la cantidad de bares y lupanares de la antigua Pompeya reduzco la distancia entre el antes y el ahora, con Maradona de bisagra en el tiempo y símbolo del temperamento pasional de este sur italiano. Unas horas después al contemplar la cantidad de bares y lupanares de la antigua Pompeya reduzco la distancia entre el antes y el ahora, con Maradona de bisagra en el tiempo y símbolo del temperamento pasional de este sur italiano. También él fue congelado por las cenizas del volcán. 

Templo cerca de Villa Diomedes. Pompeya
Demasiados andamios y calles cortadas como para disfrutar de una experiencia histórica en Pompeya, yo que quería pisar toda la ciudad. Tan sólo Baco en su Villa de los Misterios -que me los desentraña aquella exposición de no hace tanto en Caixa Forum,

Villa de los Misterios. Pompeya
quién me iba a decir- y el Fauno que parece querer huir, no sé si del amenazante Vesuvio, o del ejército de operarios, gorrilla y argamasa -¿de verdad saben lo que se hacen? No creo que a estos les dejara reformar el baño de mi casa-.

Villa del Fauno. Pompeya

Calle de Pompeya

Las pavimentadas y ya casi solitarias calles de Pompeya al atardecer, ahora sí puedo sentir el pasado, se convierten de nuevo en las asfaltadas de Nápoles

cuando nos dirijimos a esa antigua pizzería de paredes de azulejos verdes y blancos, mesas de mármol y clientela popular, donde la pizza napolitana, único plato del menú, es, ahora sí, auténtica, y sin embargo actor secundario en este ambiente tan añejo.

Creo que Moritz y Vanessa no comparten del todo mis sensaciones, pero nuestra conversación hará de la noche un momento para recordar que se prolongará a la mañana siguiente en el paseo por las fortalezas de la bahía. Químico y bióloga con alma de actriz, y un castillo borbónico, el dell´ Ovo, curiosa historia que no me cabe aquí, Capri al fondo y mar y cielo gris, antes de la no fachada del Teatro San Carlo, Orfeo y Monteverdi merecen más. Esa noche de ópera que no podrá ser pero quizá algún día, porque tengo que coger el bus a Bari y el ferry a Durres, esa misma noche.

Castel del´Ovo. Nápoles