Visiones de un viaje sin destino ni final, rumbo Este tierra y mar, un mundo por conocer. Un buen día salí desde Madrid, y de momento sigo andando, hasta donde llegue...



jueves, 10 de marzo de 2016

II. Ciudad Eterna

Mi pasión por la montaña me había llevado a Italia un par de veces en el pasado reciente, naturalmente al norte, donde los Alpes y esa maravillosa extensión que constituyen los Dolomitas hacen de frontera natural con sus vecinos centroeuropeos. Algo de las ciudades eternas en aquel viaje de estudios de hace ya veinte años y un poco de Fellini y Mastroiani para completar mi visión, sin duda limitada.

Río Tiber. Castillo de Sant´Angelo

 Pero Italia no es objetivo de este viaje, que pretende ir más lejos de lo familiar -y es que Italia no deja de ser una especie de madre patria histórica para los mediterráneos-, por lo que mi paso por el país de la bota será rápido y testimonial, si bien me abrirá el camino del sur, una Italia completamente distinta y probablemente más cercana a su esencia más reciente, olvidado Octavio Augusto.

Plaza de San Pedro del Vaticano
La mañana en Roma es algo gris. El mar de sillas vacías en la plaza de San Pedro y el perímetro de controles y vallas de madera me provocan una extraña sensación que se acrecenta al entrar en la Basílica y contemplar, mucho antes que la Piedad o el Baldaquino, una ingente y caótica masa de modernos turistas que entre selfies, vocerío y explicaciones guiadas me trasladan inmediatamente al Templo en que Jesús montara en cólera desbaratando tenderetes.

¿Es este el Templo con mayúsculas de los católicos, u otro must del turismo de masas? ¿Qué, si lo comparamos con la Meca? ¿No podría ser de otra manera, o precisamente tiene que ser así por ser el cristianismo la religión monoteísta más abierta y universal?
Piazza Navona
La breve misa a la que asisto en una de las capillas de la Basílica me hace recordar quién soy yo para juzgar, aún callado otro más en la muchedumbre, y me sella el auténtico punto de partida en este viaje que prosigo por las siempre atestadas calles de Roma.

Pinos de Roma


Veo una ciudad en blanco y negro, quizá por el cielo gris, quizá por el peso de la historia, que me lleva del Renacimiento a la República y de ahí saltando al Barroco. Los pinos de Roma, que nunca se fueron, y que enlazan con la Roma espléndida y luego peliculera que sintiera Respighi. 

(https://m.youtube.com/watch?v=rjWsW5QBYlc)









Gatos de Roma, Torre Argentina
Los templos de Torre Argentina conquistados por los gatos, qué curiosa estampa, y Caravaggio -¿también él aquí?- en este paseo casual por Roma de piazza Navona a San Luis de los Franceses y San Ignacio de Loyola, qué techo y qué trampantojos -y qué palabra-.





Torre Argentina

Panteón
Mis pasos me llevan de un monumento a otro tratando de exprimir al máximo la jornada, y de repente llego al Panteón, ese sublime pero extraño coloso que me transporta al pasado, al de mi viaje de estudios y esas fotos que nunca salieron, y que repito mientras observo la suave pendiente del suelo en su interior para evacuar el agua que entrará siempre por la abertura, que sutil genialidad.

El tiempo se acaba, y la Fontana de Trevi sera el Termini de esta jornada de vista al pasado, antes de que un tren regional de los que también hacen época me deje en Nápoles ya entrada la noche.

Fontana de Trevi