Y sí, aunque algunos días las piernas empiezan a pesar, tras dos meses de viaje mi hambre por descubrir sigue casi intacta, y cuanto más lejos me hallo, más valoro la posibilidad que se me ofrece de conocer nuevos lugares y culturas que de otra manera y en otro tiempo quizá no pueda volver a pisar, y no olvido, no, que vivir es aprender, todo en una sóla vez, y eso me empuja cada día. Y ahora esa remota y exótica región del Asia Central tan cerca y tan accesible, cómo no intentar alcanzarla.
Pero a fe que esta vez y en los próximos días me hará falta ese impulso. Desde Tiblisi enfilo directamente a Bakú, atravesando sin parar todo el país, para agilizar lo máximo posible los trámites previos al cambio de escenario, y previendo unos cuantos días de espera antes de poder embarcar.
Tren nocturno Tiblisi-Bakú |
La película cambia desde los créditos iniciales, y la primera sensación, si es la que queda, será de las peores hasta ahora cuando cruzo la frontera . De por sí un visado que nunca entenderé, al igual que ningún otro, el primero desde que partí, y ahora de nuevo tren, nocturnidad y pasaporte, y una de vaqueros, -¿que si he estado en Armenia? -Pues me vacíe la mochila, a ver si trae algún souvenir de esa gente, ¿quizá cognac?... -Sí hombre, sí, y Ponche Segoviano. No doy crédito a la escena, ¿de verdad pretende requisarme souvenirs armenios? Y el caso es que sí, que algo llevaba en la mochila, pero el odio ciega como el sol y nunca lo encontrará. Aún no siendo esta mi guerra, como ninguna en realidad, no recuerdo nada similar en la otra cara de la moneda, allí no maldijeron al vecino, aún con guerra de por medio, y aquí empezamos de esta manera. Mejor volver a la cama y olvidar.
Bakú |
Flame Tower y mezquita , Bakú |
Pues nada, hagamos tiempo, conozcamos el terreno. Así que salgo de Bakú, aunque no donde quisiera, que aquí también hay montañas, y pueblos medio perdidos. Áreas prohibidas por el cercano Daguestán, aldeas casi inaccesibles, salvo todoterreno o caballo, y ni lo uno ni lo otro. Me dirigiré pues para Sheki, pueblo en el oeste no lejos de Georgia, paso atrás en mi camino, algo provisional.
Colinas en torno a Sheki |
Un palacio persa, o lo que queda de lo que fue, y un poco más al norte, más cerca de las montañas, una curiosa historia en otro pueblo con leyenda, un Kis que un día fue Albania, otra al parecer, ¡y que es parte de Noruega!, y esto ya sí que me supera. Una estatua en la Iglesia, que recuerda al señor Thor, Heyerdal que sin martillo pero con ahínco vino a demostrar que los noruegos salieron de aquí, y todos tan contentos. Y quién soy yo para negarlo.
Antiguo Caravansar. Sheki |
Librería de Bakú, con libros del antiguo y nuevo presidente |
Pues sí, eso parece, algo normal en estos lares. Azerbaiján es otra cosa, Eurovisión y aire europeo, todo a su manera. De entrada es poderosa, petróleo y mucho gas, y es república presidencial, o sea que manda uno y a callar.
Torre de la Doncella. Bakú |
Plaza de las Fuentes. Bakú |
Pateo la ciudad, una y otra vez, siempre en medio la Torre de la Doncella, curioso mamotreto, origen aún confuso. Y a sus pies hoy una sorpresa, pequeñas Sherezades, en baile regional, lo mejor hasta ahora y de lo que queda por llegar.
Y mucho gas y mucho fuego, a veces incluso visible. Imán de religiones, en su día los zoroastros e incluso los hindúes, ahora son tres torres, llama en su forma y esencia de propaganda. Que sea vea bien visible, nuestra bandera como ninguna.
Flame Towers. Bakú |
Tampoco será el martes, mi paciencia que se agota, el cónsul que no aparece, y el fuego azerí que ya es parte de mí.
Quedaos mis fotos de recuerdo, hoy ya zarpo y hasta siempre.
Yanar Dag (Colina de Fuego). Bakú |