La romántica primera impresión que me produce el convoy detenido en el andén,
Tren Bucarest-Chisinau |
Interior del tren Bucarest-Chisinau |
Pero todavía queda pasar la frontera, y será entretenido. 4 a.m., la revisora abre el compartimento como si quisiera llevarse la puerta a casa, enciende la luz y escupe unas palabras que entiendo como un ¡Firmes! Consigo incorporarme y recordar dónde estoy justo a tiempo para recibir en mi cabina, en sucesivo orden de aparición, al policía de control de pasaportes, al oficial de aduanas que me hace levantar el camastro y destripar el macuto, y ¡al médico! que afortunadamente no me hace sacar la lengua. El tren se detiene, cambio de ancho de vía, lento, arranque y mi compañero apaga la luz, no nos vayamos a desvelar. Cinco minutos de marcha y nueva parada. Mismo procedimiento, apertura de puerta, foco de luz, incorporación medio supina, pasaporte, aduana, y una agradable oficiala, sólo a la vista, que ve en mí un sujeto de peligro para la integridad de Moldavia. Con qué propósito voy, cuánto voy a estar, enséñeme la reserva del hotel. Estoy yo para interviús. La caché de mi tableta muestra un hostal que había mirado, y parece contentarla, podemos continuar. Apaga el foco chaval, que la función ya se acabó.
Iglesia ortodoxa rusa. Bulevar Gagarin. Chisinau |
Antiguo Estadio Nacional. Chisinau |
Bulevar Gagarin. Chisinau |
Es el caso de los dueños de mi hostal, estos medio jóvenes moldavos, emigraron sus hermanos pero ellos permanecen, por orgullo y con coraje. Y aquí estamos esta noche, dos moldavos, español, argentino buscavidas, exportando lo exportable, y ésta qué, podría ser uzbeca, la verdad es que no lo sé. No hay distancias en la noche, tan lejanos y cercanos, in vino veritas, qué gusto de velada, brindamos por Moldavia, y el argentino... argentina.
Siguiente jornada, y último tránsito, Moldavia hacia Ucrania, pero no vale la línea recta, hay algo entremedias. Es Transnistria, región tintinesca si no hubiera sangre de por medio, que según leo no conviene atravesar, ni tan siquiera pisar, si no quiero atascarme en las fronteras imaginarias y pagar más de lo debido por atravesar el territorio. Debo ser precavido y tomar una mashrutka que lo evite, y llegue a Ucrania por la esquina.
Teatro de la Ópera. Odessa |
Ciudad novelesca, más pasado que presente, elegancia que impresiona, Odessa es una mujer mayor, que fue hermosa y envejece, pero que trata de aparentar que el tiempo no pasa por ella. Y la verdad es que lo consigue. Me embelesan sus palacios, sus largas avenidas y también, por qué no decirlo, sus mujeres principescas, reflejo de un país que es más de lo que hoy puede.
Calle Marazliivska.Odessa |
Paseo encantado por esta hermosa ciudad, siento no poder dedicarle otra jornada, pero el barco ya me espera. Aunque antes de embarcar, pisar los Escalones,
Escalones Potemkin. Odessa |