Loba Capitolina. Bucarest |
Cruzando el Danubio, tren Gabrovo-Bucarest |
El retraso que acumula sirve para añadir dos coreanos más al viaje, que de nuevo ven en mí una tabla de salvación, agujero negro cirílico, del que yo tampoco salgo airoso, aunque reconozca Sofía en los tablones. Pero el mejor encuentro está por llegar, rubio alemán de rostro forjado en el camino, tez morena, barba poblada y noble mirada, sabia, no eres tan joven como aparentas, y no pareces alemán, si eres tan alto como yo. Mochila ligera, pies de gato colgando, sus ojos hablan de horizontes lejanos, altas montañas, eternos atardeceres, y de una forma distinta de viajar, de sentir, de pensar. Compartimos vagón y pareceres, más con la mirada que de palabra, en este nuevo paso fronterizo, siempre mortificante, y una visión común de la vida, para mí es un placer y un aprendizaje este rato de travesía. Yo de ida él de vuelta, pero siempre en el camino. De la vida.
Palacio del Parlamento. Bucarest |
Qué más da el barrio antiguo, piqueta y martillo, al garete con él, llegó la Ceaucisima. Pero hoy sí que es del Pueblo, carrera popular y el Palacio en la meta, Vaticano de los horrores, ahora Frankestein con la niña, acogiendo en la llegada.
Carrera popular. Bulevar dul Unirii. Bucarest |
Plaza de la Revolución. Bucarest |
Fin de una historia que no alcanzo a comprender, no en su final, pero sí en su recorrido, ¿de verdad queríamos ser todos iguales? ¿O era el odio a lo demás? ¿Y qué pasa con los nuestros, si no comen nos da igual? ¿Qué son las ideas, un camino o un final?
Memorial del Renacimiento. Bucarest |
Vlad Tepes. Ciudad Vieja, Bucarest |