Visiones de un viaje sin destino ni final, rumbo Este tierra y mar, un mundo por conocer. Un buen día salí desde Madrid, y de momento sigo andando, hasta donde llegue...



lunes, 30 de mayo de 2016

XXIX. Badakhshán (III) - Cruce de caminos

Esto es un belga, un americano, un malayo, una ucraniana, un indonesio y un español que van en un todoterreno por los Pamires y el belga dice...




No es un chiste pero lo parece, curiosa entente internacional de la que formo parte para atravesar la M-41 o Pamir Highway entre Khorog y Murgab, el tramo más recóndito y complicado de la misma, y en el que la mejor opción siempre y cuando sea posible, es la de asociarse con otros trotamundos con los que alquilar vehículo y conductor, y poder recorrer un territorio en el que las posibilidades de quedarse encallado en cualquiera de sus remotas aldeas es muy alta, dado el escaso cuando no inexistente tráfico rodado. Será mi tercera y última etapa atravesanado el Badakshán.


Desde Khorog se abren sendas vías que continúan hacia el este -así como uno de los pasos más importantes hacia Afganistán,-cerrado desde hace meses-, una atravesando el Valle del
Puente sobre el Gunt, Khorog
Wakhan, algo más al sur, continuando la línea divisoria con Afganistán próxima al Indu Kush; y la otra, más directa, por la propiamente M-41, que recorre en dirección nordeste la meseta 

lunar del Parque Nacional del Badaghstán, a una altura casi constante en torno a los 4000 metros y flanqueando algunos de los picos más altos y proletarios del planeta, los Lenin, Marx, Engels y Comunismo, que aquí no llegaron ni Glasnost ni Perestroika.
Este será el camino elegido cuando encuentre medios para realizarlo, descartada la opción más hermosa por lo que oí, pero mucho más larga y complicada del valle del Wakhan, algo tiene que quedar para una próxima vez, siempre hay una próxima vez.

Y Khorog va a ser primero descanso tras las peripecias de jornadas anteriores. Río y valle de la mano,
Río Gunt a su paso por Khorog
un mercado bullicioso que recuerda que ésta y no otra es la capital de los Pamires, todo pasa por aquí de un lado y del otro, pero que de nuevo, porque ésto ya lo vi, se engalana al atardecer, río de puesta de sol entre montañas silenciosas, que ahora sí recobran el protagonismo que en la mañana le robaron, paseos en la ribera que detienen el tiempo y casi la corriente.


Cambio de día y de escenario, en las cercanías de mi posada soy protagonista de excepción del partido de la vida, fondo sin numerar en el estadio de los sueños, es tiempo de buscar la senda que prosigue, y en el cruce de caminos dos bicicletas 
Khorog
cuesta arriba, pie a tierra y algo de riñones, en la cara el esfuerzo de algo más que ayer, él es alemán yo soy de Vigo, dejé mi tienda y todo por seguirle y mira dónde me metió. Barrio de la Piedra en el ombligo de los Pamires que me traslada a un pasado no tan lejano con el que reconozco, ahora sí, la distancia que me separa. No siempre uno es consciente y son estos momentos, parado en mitad del camino, los que hacen calibrar mejor las distancias, qué bonito escuchar tu acento gallego María, en mitad de este lugar. 

Los coches en el bazar, por si fuera poco el revuelo, y apareciendo de la nada una mochila y luego otra, una por allí y
otra que ya estaba, un mismo destino y un sentir de complicidad, la unión hace la fuerza y en poco somos ya equipo, coche y conductor, macutos a la baca y mucho polvo que morder, adelante con los faroles, con suerte esta noche llegamos a Murgab.

Sin contar al conductor, seis más uno en la expedición, y ese uno o una el no va más, trece meses y ocho viajando, el mundo en guardería, no hay  fronteras ni cortapisas para esta linda rubita en la era de alergias y profilaxis en el mundo occidental, ucraniano estadounidense de pasaporte, ciudadana del mundo más que ninguna. Ni un mal llanto ni un quejido, curtida ya en mil batallas en tan corta existencia, fortaleza de aquí para siempre, y qué hacías tú con trece meses, gatear en la frontera de Afganistán, la vuelta al mundo en un chupete.     

M41, Pamir Highway

Y mientras el camino sube hacia la luna, los pastos verdes tornan en marrones de secano y el altímetro que dice que ya son algo más de 4000 y todavía vamos hacia arriba. Colinas nevadas en los lados, y el oxígeno que se encarece, pero aún hay vida y dónde no. Primero esa especie de marmotas, luego las
Cabras "Marco Polo"
cabras montesas de Marco Polo y de altitud, descubiertas por el italiano, como las de Rodríguez de la Fuente pero con algo más de pedigrí, y esas aldeas al borde de lagos de agua y cielo, bases espaciales de bloques blancos de barro y cal, cuando vivir es algo más que un arte y en realidad es sobrevivir. En estas tierras tan remotas ya todo se mezcla, y el kirguís que aparece con la altitud, yurtas y ganado, terreno para los yaks, y una huída hacia adelante, buscando escudo contra las aguas salvajes y la naturaleza,
aquí es la dueña y la que decide, sombra del Sarez, eterna amenaza.
Kirguis en la zona del Karakul
Murgab supone un punto de inflexión, unos paran y otros seguimos aprovechando la mañana y la ocasión, rumbo Kirguistán pensando quizá más en el lejano oriente que en esta Asia Central, frontera ya cercana. 
Meseta en los Pamires
Pero todavía queda lo mejor, 4800 metros entre curvas y alguna recta, terreno minado para el asma, paisaje en desolación que acaba en lago de récord, el Karakul  que no contento con su paisaje destrona al Titicaca como agua navegable más alta del planeta, concurso de misses altiplanas, bellezas lejanas unidas por su techo. 

Lago Karakul
Paso de frontera y espejo retrovisor, sólo ahora somos conscientes de lo que hemos atravesado, de repente las montañas se hacen de verdad vistas con la perspectiva de mirar hacia detrás,
Cordillera de los Pamires, desde Kirguistan
colosos nevados y descomunales en un paisaje irreal donde Lenin es el zar, la geografía con historia en su revés, mientras llega Sary Tash, auténtica encrucijada. China vía Irkhestam, Kirguistán y los Pamires, todo en pastos verdes de montaña, yurtas y caballos y un aire que ya es kirguís, sombreros hacia
Alrededores de Sary Tash, Kirguistan
arriba y vista en lejanía, rostros que recuerdan lo que es vivir en altitud.


Fin del mundo en el que paro cuando mis compañeros del chiste continúan hacia el norte, porque mi ruta ya será otra. Pero es un lugar que hace mapa y hace camino, y en la granja que sirve de posada primero un húngaro
Local en Sary Tash
que lo habla todo y lo habla bien, en autostop desde Bishkek y en busca de algo que le lleve allá de donde yo vengo, y ahora esta pareja franco rumana con la Tierra en marcha, lo más de lo más que yo vi nunca, andando desde Venecia y terminando ahora su camino que es algo más que un viajar.



Locales en Sary Tash

Sary Tash

Noche fría y cielo estrellado, con el ruido del generador transcurre la velada, un té que reconforta en un salón que es suelo y alfombra, cena de experiencias, sueños y vivencias, risas y asombros, intercambio de miradas a todo lo que un día vimos, en un lugar que es norte, sur y este, cada uno con su mochila, su pasado y su destino, en este Sary Tash, cruce de caminos.  

Carretera al paso de Irkhestam