Pero aún queda lo mejor, vámonos deprisa, que tengo invitados. Eso ya lo veo, pero a otros se refiere. En el restaurante del pueblo comitiva de bienvenida, el primer ministro tayiko, segundo de a bordo del país que viene de visita, y en el sarao que me veo metido, música, baile y discurso, y yo haciendo de exótico relleno.
El ambiente parece festivo, pero huele a parafernalia, no puede ser más artificial. El chief que se disfraza de huésped alegre y desenfrenado que no para de bailar, y lo mismo el primer ministro, hasta que un fornido lugarteniente hace la seña de parar, el show ha terminado.Río Pany, frontera con Afganistán |
Pamig Highway tras Kulai-Khum |
Pamir Highway |
Por la ventanilla siempre tierra árida y salvaje, sin noticias de la civilización, agua y montañas que según declina el sol se hacen cobre y luego oro, pastores en familia poblando la cuneta, ¿estuvieron siempre ahí?
La carretera sigue sin serlo, y el drama que se acentúa en cada curva y cada rasante.
Más camiones en cada sentido que a ratos obligan a parar, antes de que el río se haga playa sin nadadores, paisaje definitivo en este fin del mundo.
En el Land Rover otro pasajero, un poco de inglés y un mucho de cortesía, que no para de hablar y hace el viaje aún más ameno. Tayiko emigrante de vuelta ahora forzada y pasajera, perdió un familiar y el funeral le espera en Jizeu, lo que no sabía yo es que a mi también, y de paso al conductor.
Pastores en el Badakhsan |
Convidados de piedra en una reunión multitudinaria, comunidad ismaelita de montaña, rama honorable del Islam, que en estos casos y en otros tantos se juntan para hablar y recordar, no tanto para llorar, e incluso hacer música y celebrar.
Así que me encuentro en el enorme habitáculo, casona de campo, té y sopa con el guía de la comunidad, de todo menos de pueblo, maneja Londres más que mucho inglés.
Y con acento de maestro profesor, me explica lo que son los ismaelitas, modernidad que me sorprende. Aquí el Islam es otra cosa, sobre todo a ojos del occidental, pureza y pacifismo, y muy poca parafernalia, misticismo teresiano con tintes de presente, que sin tener mucha mayor idea conduce a mi subconsciente a darles la razón, coherencia necesaria, camino de sensatez.
Ahora son los músicos, que tañen en salmodia elevándose hacia Alí, que ese es su camino. Clímax en la noche, heterofonía monocorde y una voz que se desgarra cada vez más en lo alto buscando algo por encima de este lugar.
No acabo de asimilar mi presencia en medio de todo esto, por qué fui aquí invitado, y trato de aprovechar la oportunidad de conocer otro mundo y otra vida, tan lejanos de la mía.
El silencio engrandece el canto en la noche, muerte y vida al mismo tiempo, que se pierde en el campo del Badaghstán, manto de estrellas y de luna, donde hoy pasaré la noche, qué noche y qué día, viajar es para esto.