Y para cruzar el Paraná la mejor y casi única opción desde donde me encuentro supone desandar mis pasos hasta la ciudad fronteriza de Posadas, largo puente de unión que cruzo en autobús hasta la vecina Encarnación, y ya estamos en Paraguay, la frontera podría ser cualquier otra de tantas que rebasé, idas y venidas y una barrera que aquí no es tal, el Mercosul abre unas puertas invisibles salvo para unos cuantos entre los que estoy.
Calculo a ojo donde apearme de este autobús local e internacional, curiosa paradoja cargada de argentinos ¡que vienen a comer! y se marchan tras el café, y es que la inflación les empujó a saltar ríos que no son de plata. El sol que marcha tranquilo y Encarnación pasea elegante con la luz de atardecer, las tornas se
Misión de la Santísima Trinida del Paraná |
Pero en la mañana y en la estación veo las cosas de otra manera, comprendo ahora sí una realidad depauperada que conserva todavía el mercadeo ambulante de los lugares sin consolidar, primera prohibición del mundo del capital. Y allí cojo el autobús que me deja en Trinidad, Santísima del Paraná, otra nueva misión tan escondida como las que ya vi. Una plantilla similar y algo más de imaginación para asociar las ruinas a una idea genial en su concepción, y que dejó estas piedras como testigo de lo que fue. Enorme iglesia roja, abierta
Iglesia de la Santísima Trinidad |
Y no muy lejos Jesús, éste de Tavaragüé, iglesia sin acabar porque Carolo no aguantó más, y casi enfrente una portería con guardameta improvisado que me despide a Encarnación con la tierra roja en mis zapatos.
¿Y qué hago ahora? ¿Regreso a Argentina y ya para Brasil? Algo me dice que no, que he de profundizar en esta tierra con tanto por descubrir aunque mi tiempo sea ya escaso. San Cosme y Damián, algo más al oeste, por qué no ir a esta última misión que hoy tornó en pueblo siempre a la orilla del Paraná, me
Reloj de sol en la misión de San Cosme y Damián |
Y San Cosme es hoy fiesta, ¿por qué tanto algarabío? Visitamos la iglesia con un ojo hacia la plaza mientras el sol se pone en el reloj que detuvo el tiempo aquí ya para siempre, las estrellas se alinearon para aquel jesuita cargado de catalejo que adelantó la hora de su era.
Monumento al padre Buenavetura, San Cosme y Damián |
Cae la noche en San Cosme y Damián y es un cielo todo estrellado, puntillismo natural que tanto maravillara al buen Buenaventura y que es imposible no mirar en este teatro natural con aroma de la selva y tremenda sonoridad. Es momento de compartir, y empiezan las batallas, que con Ro y Pino ya son de hermanos, de la hermandad que une al viajero, al que lo es de corazón, como me explica mi ya buen amigo. Tú llevas eso que yo también, cuando fui de Londres a Seúl y entendí cuál era mi pasión, y otro mucho de la vida, y yo que nunca pensé en llegar aquí ni fui consciente de todo el kilometraje siento lo que me cuenta como algo personal con lo que ya nada será igual.
Y hasta Asunción que voy a llegar, empujado por el instinto, no hay tiempo para seguir pero al menos avistar lo que es el centro gravitacional de un universo tan poco conocido. El aroma ya es de ciudad pero el sentir sigue siendo igual, locura por el balón y es que hoy es un domingo, y en la Catedral confirmación de juventud y de futuro, la de este bello país donde nadie es forastero y que merece mucho más de lo que hoy t
Palacio de los López o del Gobierno, Asunción |
Y me paro en el relieve, historiando un encuentro no tan oscuro como algunos nos contaron, y es que la historia es para los vivos y para los muertos fantasía, tantas veces reinventada por negras manos sin inocencia, el guaraní es realidad y es testigo de un pasado que sin él no sería hoy, al igual que lo que vi y sentí en el corazón de esta buena gente de hoy que me lo abrió de par en par. Somos primos, somos hermanos, y que sea por siempre así, que viva Paraguay, qué bonito fue encontrarte.
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Monumento a Domingo Martínez de Irala |