Verde selva que se enreda, y un tirabuzón de carretera que se abre paso entre la jungla que vive en otra dimensión, sonora e impenetrable, contemplo por el cristal como si estuviera en un museo.
Y de repente Kelantan, provincia musulmana con pequeña capital, cuadrícula sin expresión que quiso la
Mural en Kota Bharu |
Una barca y hacia el mar, a encontrar de nuevo islas, parece que algo sí realmente natural, las Perhentian no tienen coches ni tan siquiera carreteras, cuántos pueden presumir de tamaño privilegio.
Pulau Kecil, Islas Perhentian |
Pero estas islas tan diminutas todavía resisten a la invasión, manto vegetal todavía oscuro e impenetrado. Playas en sus rincones y unas rocas de Seychelles, granito que emparenta y me activa el recuerdo, en un mar que no es tan lejos y sí muy similar. Con mi buen Álex nos lanzamos al interior, cruzamos costa a costa y buscamos ya la puesta, mientras abrimos nuestro pasado y encontramos ¡a un oscense y un zaragozano! Cena compartida y ascensión imaginaria hacia cumbres y cordilleras, que la montaña es su pasión y no la olvidan ni por aquí, me enseñan el imán que también yo llevo en mí.
Cae la noche cae y es un baño en claro de luna, poema de bajamar que recorro en su interior, lecho ahora desnudo, relieve color plata, noche de leyenda para un Bécquer tropical, la selva tampoco duerme y quién lo osa hacer ante tanta maravilla.
Y sigo un día más, la isla me atrapó, o fue más bien el mar, que hoy me enseña sus tesoros. Esponjas y coral, peces en formación, sinfonía de color que preludia a una reina que navega majestuosa, tortuga de largo velo, aleta con cicatriz, contando su experiencia y que sale a respirar. Instante compartido y nado en paralelo, me permite acompañarla en su danza matutina antes de descender y buscar su desayuno, vieja trotona en su rutina. Pero aún falta lo mejor, arrecife y salientes, rocas escarpadas que cobijan a sus dueños, tiburones de verdad que me hielan la mirada y me dejan sin pensar, momento de tensión que resulta pasajero, cuando entiendo que no soy yo objeto de su interés y empiezo a observar su rápido mover, nervioso, sin parar, difícil de seguir y más aún de prever, máquina perfecta en un mundo de
agua y sal en el que hoy soy el invitado.
Hay que continuar, aún costando dejar atrás el paraíso. Y mi rumbo es hacia el sur, descubriendo los contornos de una costa adormecida, pesca y mar y un algo de escapada, como el de este opositor que me enseña la trastienda de un país que es otra cosa, que si hay oro hay corrupción y un teatro en cada elección, que el Lobo de Wall Street dejó su huella por aquí, y ayer mismo se enteró, y teme que esto irá a peor, que empieza el juego de armas y la gente a desaparecer, pero el mundo esto no lo sabe y el turista menos aún.
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Interior del Marina Bay Sands, Singapur |
Marina Bay Sands, Singapur |
Levántate chiquilla, que te van a empapelar.
Jardín de la Bahía, Singapur |