Visiones de un viaje sin destino ni final, rumbo Este tierra y mar, un mundo por conocer. Un buen día salí desde Madrid, y de momento sigo andando, hasta donde llegue...



miércoles, 22 de junio de 2016

XXXIV. Yang tse

Y continúo hacia el sur, con ligera tendencia hacia el este para no perder el rumbo, dejando poco a poco atrás los territorios tibetanos. Tras este acertado desvío tengo ahora la intención de recuperar mi senda original, que no es otra que la Ruta de la Seda, con la que debería alcanzar Pekín, y para lo cual debo antes dirigirme de nuevo al norte hasta alcanzarla de nuevo. Sin embargo antes de reorientar mi brújula quiero culminar este desvío llegando al poderoso Yangtsé, uno de los ríos más caudalosos del mundo, sólo comparable con el Nilo o el Amazonas, y cuna de la civilización china.


En el camino topo con Songpan, puerta de salida de la región semiautónoma tibetana, todavía enclavada entre montañas, aún aquí ya de nuevo vestida de rojo estrellado. Imponente recinto amurallado recordando un pasado imperial tan lejano como la
Muralla de Songpan
autenticidad de sus ladrillos, otra vez reconstrucción artificiosa de lo que un día ellos mismos no quiseron, y que sólo el bolsillo del turista, ¡de los vuestros!, ha hecho renacer, en un juego de pescadilla, demasiado tarde para volver.

Y siguiendo para abajo llegaremos a Chengdú, donde todo me cambia, ciudad cosmopolita con aeropuerto internacional, el business trajo el inglés, y algo de facilidad, tras dos semanas de
Chengdú
zarandeos un poco de relajación, metro y carteles que ahora sí puedo entender, y en la calle mucho blanco que atestigua mi intuición, bienvenidos a lo global, ¡incluso con Carrefour!

Pero agazapado bajo el skyline un río de sinceridad, el cristal no todo lo puede y aún queda algo de espacio para el que lo quiera encontrar, cofradía de pescadores y una siesta de

verdad, el río fue de vida, lo es y lo será, punto de encuentro y escapatoria en toda gran ciudad.

A la mañana salto hacia Leshán, morada del Gran Buda, King Kong de extremo oriente que contempla de reojo al moscardón, pero aquí sin inmutarse, que de algo sirve el fengshui y tamaña espiritualidad.

Lo que entonces fuera un faro protector en cruce de afluentes, tórrido lugar, advertencia tropical,
Gran Buda de Leshan
hoy encarna los valores más mundanos, los helados en la oreja y las masas por en derredor, cola de atracción de feria que acaba sólo en escalera, hormiguero descendente buscando la uña del gordo dedo del pie, y aún así el Buda manda, su figura descomunal todo lo empequeñece y triunfa colosal, no le vencieron las avionetas.

Gran Buda de Leshan
Y de nuevo, en Chengdú, ahora la incubadora, peluche en miniatura, oro en paño a conservar: Aún amante de los animales no puedo por menos que pensar y comparar, porque me siento en una maternidad. Y me vienen a la mente esos otros cercenados por la mitad, derecho a decidir porque no son vida aún, y en cambio éstos de aquí parece que sí lo son, el aborto fue para el bambú, carta astral de premamá, pinta de panda y vivirás, humano, pobre e indeseado, nadie lo sabrá, Mary Sheilly reencarnada.

Pero no puedo cambiar el mundo por más que yo quisiera, y me voy a buscar algo más, pero de tamaño ya normal, y entre manchas blancas y negras algo que busca protagonismo: 

llega el show de media tarde y el curioso personaje se pasea en batín y zapatillas, acaparando las miradas, voyerismo en casa propia que no parece importunar, sesión intensa de posado y autógrafos a la salida, panda rojo superstar. 

Y hacia Yichang que me dirijo, ciudad portuaria para un río casi sin fin. Auténtica espina dorsal, el Yangtsé es hoy vía comercial de importancia descomunal, como todo lo que recorre China, por tierra, aire o mar. Y Yichang es uno más, una ciudad sin nada suyo, que todo lo debe al agua y así parecen expresar las mujeres  
Yichang
con su baile, que bien parece un ritual agradeciendo al río la vida de la que son parte. Pero antes de equivocarme Li ya bien me explica, de nuevo danza de la tarde, deporte nacional que ya voy viendo por todos lados, no hay puesta de sol sin contoneo, tai-chi dos punto cero que él bien sufre al estudiar, altavoces endemoniados.

Yichang

Pero mi interés está en el río, que hoy está apresado, mordazadescomunal, en pos siempre del progreso Tres Gargantas de hormigón, que sólo veré de lejos porque también hay entrada de rigor, como si fuera de algodón, que por primera del mundo no deja de ser simple presa, y la venden cual atracción, mi paciencia que se agota y aumenta la incomprensión. 

Subo al puente y contemplo dos buques de gran calado directos hacia la esclusa, mientras el agua de la presa genera una niebla
Presa de las Tres Gargantas
de espuma. El entorno sobrecoge de nuevo por dimensiones y la enorme huella del hombre. Apagadas ya las llamas que un día lo afamaron, cojo y manso queda el Yangtsé, aún frenado gran belleza, todavía con personalidad, quién sabe si un día no reclame su lugar.