Visiones de un viaje sin destino ni final, rumbo Este tierra y mar, un mundo por conocer. Un buen día salí desde Madrid, y de momento sigo andando, hasta donde llegue...



domingo, 12 de junio de 2016

XXXII. De colores

Desde hace ya un tiempo mi camino sigue de forma aproximada por lo que fuera la mítica Ruta de la Seda, y ahora, tras dejar atrás la región de Xinqiang, continúo, siempre hacia el este, por lo que un día fuera la partre fundamental de esta vía de caravanas y viajantes en el interior de China, superado el bastión más alejado y occidental de la Gran Muralla, la fortaleza cde Jiayuguán, auténtica puerta de entrada a esta tierra de emperadores.


Los camellos ya no portan mercancías ni tratantes, pero su presencia es uno de los pocos restos auténticos de lo que fuera

esta ruta, hoy simple corredor este oeste en el escaso espacio que los desiertos dejaron al hombre. Pero las ciencias adelantan que es una barbaridad y las caravanas se subieron a los raíles, las distancias se acortaron y el mundo se aceleró, también aquí llegó el ferrocarril. Así viajo yo aún con ritmo pausado por este pasaje de Hexi, provincia de Gansú, garganta de la China de los Ming, cuando Jiayuguan era la boca y el principio de un más allá. Pero de nuevo la pala y la piqueta y la
Jiayuguan
taquilla de Disney World, la fortaleza es un resort y Confucio Micky Mouse, contemplo en la distancia desde un mar de souvenirs para el que no tengo flotador, y me voy por donde fui, no veo otra opción sin aflojar el cinturón de mis ideales.

Y llegaré luego a Zhangyé, cayendo ya la tarde, bocanada de aire
Estación de Zhangye
fresco, China en lo que es hoy, que al final es lo que busco, y me espera en la estación. Coreografía de revista, Lina Morgan en formación, cuadrilla organizada que lanza media patada, primero izquierda y luego derecha, movimientos estudiados con un no sé qué de militar y gesto contenido, ritmo de media noche y altavoces para liberar, street dance de media tarde con tono de seriedad, que me sorprende a la salida y me levanta la cabeza de mapas y destinos.

Pero no es algo singular, y buscando la posada me topo con otra más, perdido sin gps sin lengua, sin estrella polar, no sé si olvidar, soltar mochilas y danzar, aquelarre discotequero en la plaza principal, sin reloj y con pagoda. Y qué es aquel gentío, al
Zhangye

otro extremo de la plaza, otro son ya bien distinto que alcanzo a escuchar según me voy acercando. Escenario descomunal para un ejército infantil que entona en monofonía un algo muy nacional, padres y curiosos con banderas y atención, mientras el director ordena ese movimiento uniformado de inauguración deolimpiada que me transmite frialdad, que se convierte en pasmo cuando los cantos a capella cesan... ¡y ni un sólo aplauso! No entiendo lo que pasa, ejecución perfecta sin premio ninguno, ¿masa paternal esperando sólo el final? Entrenamiento de congelador, ¿no queremos emociones, sólo éxito en la batalla?

Templo Dafosi, Zhangye
En la mañana me congracio con Zhangyé, y casi con la China, templo budista en medio del mogollón,
Templo Dafosi, Zhangye
un puente al pasado y un remanso de paz casi inesperado, Buda tumbado, antídoto de estrés, con esa magnitud casi que relaja el planeta, y los perros guardianes amordazados, qué simbolismo tan refinado que en mi cabeza es metáfora de un presente irregular.

Y
Estatua de Marco Polo, Zhangye
Marco Polo en la encrucijada, triste lugar para tan insigne personaje, ¡al menos le recuerdan!, y la iglesia escondida, imposible acceder, catacumba al aire libre entre templos del consumo, religión esa sí universal que no entiende de fronteras. Pero hay un todo interesante que me agrada en el paseo, un antes y un ahora que me permite comprender, lo que era y lo que es, curioso este Zhangyé.
Iglesia protestante de Zhangye
Pero no puedo marchar sin darme un baño de colores, aún entrando en el juego del que huyo a cada momento, acudo a la llamada de
Montañas Danxia
una tierra especial, roca caprichosa que quiso ser distinta y que espera en la periferia. Un bus lanzadera recorre un safari natural, camino de Oz que desluce un paisaje a pesar de todo singular, horizonte irisado por un pintor celestial. 



Montañas Danxia

En un relieve primigenio que envejeció sin erosión,  esa escalera al infinito que esta vez no es Muralla, sólo un poco de soledad y podría creer del todo que esto es de verdad, que el hombre se repliega ante el poder de lo natural. Pero sus gafas me recuerdan que lo que fue ya no será, el tiempo pasa para todos, también para vosotras, montañas de Danxiá, violadas en la vejez, vuestra hermosura no podrá nunca desaparecer.

Montañas Danxia